MUJERES QUE MUEVEN Y CONMUEVEN CAPÍTULO 4: WANG ZHENYI

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MUJERES QUE MUEVEN Y CONMUEVEN CAPÍTULO 4: WANG ZHENYI

Hoy emprendemos un viaje apasionante en nuestros relatos sobre "Mujeres que mueven y conmueven", tanto geográfico como temporal. Coged vuestra maleta

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Hoy emprendemos un viaje apasionante en nuestros relatos sobre «Mujeres que mueven y conmueven«, tanto geográfico como temporal. Coged vuestra maleta, que nos vamos ni más ni menos al lejano oriente, para ponernos el traje de una mujer manchú en pleno siglo XVIII, en medio del apogeo de la dinastía Qing, última dinastía imperial china.

Como ya sabéis, el papel de las mujeres en China ha ido evolucionando a lo largo de la historia; durante miles de años, han sufrido opresión, discriminación y nunca han podido disfrutar de una identidad propia. Desde la dinastía Qin, con la promulgación de mandamientos donde se proclamaba que el marido era el cielo de la mujer y la desobediencia al marido era contrario a la naturaleza, hasta la Dinastía Song, que introdujo el vendaje de pies, premiando la castidad de las mujeres; pasando por las dinastías Ming y Qing que definieron la ignorancia como una de las principales virtudes de la mujer…

Pues una vez que ya nos hemos hecho a la idea de este contexto tan duro y retador, vamos a conocer a nuestra protagonista de hoy: Wang Zhenyi, la que es considerada como “la mujer más asombrosa de la China del siglo XVIII, una persona que rompería todos los moldes de una sociedad basada en castas y clases con el rol de la mujer reducido al servicio del varón y que ha pasado a la historia por sus espectaculares aportaciones a los campos de la astronomía, las matemáticas y la poesía.

No en vano, a pesar de que sólo vivió veintinueve años, fue la astrónoma que descubrió, nada más y nada menos, el funcionamiento de los eclipses, rompiendo al mismo tiempo muchas de las tradiciones feudales de su tiempo que obstaculizaban los derechos de las mujeres.

UNA FAMILIA FEMINISTA Y REVOLUCIONARIA QUE IMPULSÓ SU PASIÓN POR CONOCER

Hay una cita de la diseñadora Heidi Swapp, que dice:Las generaciones pasan como caen las hojas de nuestro árbol genealógico. Cada nueva flor crece y se beneficia de la fuerza y la experiencia de los que estuvieron antes. La razón por la que os cito esta frase es porque es de vital importancia conocer el legado familiar de Wang Zhenyi para poder entender su pasión por la ciencia y la poesía. Empecemos por el principio.

Wang nació en 1768 y aunque sus orígenes ancestrales se ubicaban en la provincia de Anhui, la familia de su abuelo paterno se trasladó a Jiangning, la actual Nanjing. 

Criada en plena apogeo de la dinastía Qing, época en las que ninguna mujer tenía derechos legales ni podía recibir ningún tipo de educación que no estuviera ligada a las tareas domésticas y a hacerse cargo de las siguientes generaciones, tanto su padre como su abuelo destacaron por ser unos auténticos defensores de la igualdad de género, pues querían que las mujeres de la familia también aprendieran la cultura de la época. De acuerdo a estos principios, educaron a Wang Zhenyi en un ambiente intelectual, en el que las conversaciones en el hogar giraban en torno tanto a temas administrativos y políticos, –no en vano su abuelo fue gobernador del condado de Fechen–, como científicos (su padre Wang Xichen, estudió ciencias médicas, creando una colección de prescripciones médicas de cuatro volúmenes) y artísticos.

Es por esto por lo que, a pesar de no recibir ninguna formación reglada, podemos afirmar que Wang fue obsequiada por su familia con dos de los tesoros más valiosos que una niña podía recibir, sobre todo en aquella época: pensamiento crítico y transmisión de conocimiento. De su abuela Dong, apasionada de la poesía, recibió múltiples enseñanzas sobre este género literario; su abuelo le enseñó astronomía y puso a su disposición su biblioteca con más de 75 estanterías de libros; y su padre, que la llevaba con él de viaje por el este de China, le enseñó medicina, geografía y matemáticas. Con estas tres influencias, es totalmente lógico que la pequeña Zhenyi destacará entre el resto de niñas de su edad por su amor por la lectura, su madurez, y su capacidad de razonamiento.

En el año 1782 el abuelo murió y toda la familia viajó a la provincia de Jilin, cerca de la Gran Muralla China, donde estuvieron viviendo durante algunos años, lo que le permitió a Wang ampliar sus horizontes y enriquecer su joven mente, ávida de conocimiento. En ese tiempo la mujer de un general llamada Aa, le enseñó a montar a caballo, a disparar con arco y ciertas artes marciales.

A los 16 años regresaron de nuevo a Jiangning, donde habían estado viviendo antes del fallecimiento del abuelo y dos años después, la joven trabó amistad con un grupo de eruditas, a la par que empezaba a profundizar en su amor por la poesía, la astronomía y las matemáticas.

UNA GENEROSA MAGA DE LAS MATEMÁTICAS

El carácter autodidacta de Zhenyi y su espíritu generoso le hizo llegar a la conclusión de que determinadas materias y disciplinas podían ser abordadas desde un enfoque más didáctico, para que pudieran ser estudiadas por las siguientes generaciones. Fue así como comenzó a aportar su granito de arena en el campo de las matemáticas, donde como gran experta en trigonometría, reescribió el libro del matemático Mey Wending, “Principio del Cálculo” en un lenguaje mucho más práctico, para que pudiera ser fácilmente entendido. Del mismo modo, también utilizó su saber para simplificar las multiplicaciones y las divisiones, con el fin de hacer que el aprendizaje de las matemáticas fuera más asequible y divertido para los principiantes.

También escribió el libro “Los simples principios del cálculo” con tan solo veinticuatro años. No fue un proceso fácil, como ella misma manifestar: “Había momentos en los que tenía que dejar mi pluma y suspirar. Pero me apasiona tanto lo que hago que no pensé en abandonar”.

Asimismo, en una región donde la población sufría constantemente los estragos de las sequías e inundaciones. que provocaban hambruna y epidemias, la científica trabajó sin descanso recopilando datos que ayudaran a prevenir este tipo de fenómenos atmosféricos.  Para mí, en este punto demostró una inusual preocupación por el impacto ambiental del clima, que la convirtió en una auténtica mujer de nuestro tiempo.

LA ASTRÓNOMA DE LOS ECLIPSES Y LOS EQUINOCCIOS

Su pasión por el cielo y los astros la llevaron a realizar distintas investigaciones en el campo de la astronomía, que le llevaron a probar cómo se producían los equinoccios (momento del año cuando el día y la noche tienen la misma duración) y a conseguir calcular sus movimientos. Asimismo, realizó estudios sobre la luna y los planetas, sobre el número de estrellas o la dirección de rotación del sol y dejó constancia de ellos en escritos, como “Sobre la longitud y las estrellas”“Sobre la procesión de los equinoccios”. También realizó varias revisiones del calendario lunar chino y reescribió obras de cálculo de autores anteriores. Adicionalmente, sus anotaciones, narración de experiencias, postdatas y poemas añadidos a obras que estudió (una práctica china habitual) fueron muy bien acogidas.

A la hora de llevar a cabo sus estudios, utilizaba maquetas y telescopios construidos en el jardín de su casa. Para que os hagáis una idea de su genialidad y de su increíble capacidad intelectual, se le ocurrió realizar un experimento para estudiar el eclipse lunar colocando una mesa redonda en el jardín, a modo de globo terráqueo; una lámpara de cristal con una cuerda de las vigas del techo, representando el sol; y, en el otro lado de la mesa, ubicó un espejo a modo de luna. Moviendo estos tres elementos según los principios astronómicos, estudió el eclipse lunar. 

Esta espectacular mujer escribió 12 libros sobre astronomía y matemáticas entre los que destaca su obra sobre la posición de las estrellas, “Algunas observaciones sobre las formas y figuras”.

Wang Zhenyi fue una mujer increíble, una científica luchadora en toda regla. Con todo lo que aportó es normal que, en 2004, la Unión Astronómica Internacional bautizara un cráter del planeta Venus con su nombre, el de la mujer que pasó por el mundo iluminándolo con sus dones de sabiduría, perseverancia y lucha.

LA POESÍA COMO HERRAMIENTA REIVINDICATIVA DE LA IGUALDAD

Wang rompió con la poesía típica femenina de la época. Se inspiraba en sus viajes, en sus aventuras y en sus investigaciones, diferenciándose así de la poesía escrita por mujeres donde era característico el uso de palabras muy floridas. También fue capaz de transmitir la penosa vida de los plebeyos, especialmente la vida de las mujeres trabajadoras de la dinastía Qing.

Muchas veces, debido en gran parte a sus vivencias personales, Wang Zhenyi declaró lo incorrecto de las prácticas feudales chinas del momento y reivindicó en su poesía la necesidad de considerar a hombres y mujeres como iguales, sobre todo a la hora de convertirse en eruditas, “ya que todos son personas que tienen las mismas razones para estudiar”.

“Se nos hace creer,

que las mujeres son igual que los hombres;

¿No estás convencido,

de que las hijas también pueden ser heroínas?”

Nuestra protagonista de hoy logró dejar una gran huella en la literatura, cuyo legado se compone de una colección de trece volúmenes de Ci (un tipo de poesía). Hasta el famoso escritor Yuan Mei de la dinastía Qing hizo mención a su obra, diciendo que “su poesía tenía el sabor de una gran pluma”.

En la historia de hoy, es importante que no olvidemos que estamos hablando del siglo XVIII, lo que hace aún más impresionante la importancia que le daba Zhenyi a la igualdad de género, a la lucha contra la injusticia, que constantemente reflejaba en frases como “cuando se habla sobre el aprendizaje y las ciencias, la gente no piensa en las mujeres”“las mujeres no solo deberían cocinar y coser, y no se las debería de molestar por escribir artículos para publicarlos, estudiar historia, componer poemas o hacer caligrafía” “son personas, que tienen la misma razón para estudiar”.

A los 29 años, Wang Zhenyi falleció, dejando sus estudios en manos de su mejor amiga Madam Kuai, la cual, comprendiendo la importancia de éstos, se los entregó a un reconocido matemático de aquella época llamado Qian Yiji, quien recopiló sus trabajos en un libro titulado Shusuan jiancun (Simples Principios del Cálculo).

Es irrefutable que su vida no solo tuvo una notable importancia en el entorno científico y en el literario, sino que sus palabras y forma de vida provocaron un fuerte impacto social que se extiende hasta nuestros días, gracias a su reivindicación de los derechos de las mujeres.

Cuando pienso en lo que hizo esta mujer, me entra un calor especial en el corazón. Un calor que procede de sentir un espíritu que fue libre, inquieto, luchador, de piel suave, pero corazón guerrero.

Artículo escrito por Vanessa Palomar Martínez

Créditos imagen de portada: https://mujeresconciencia.com/

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