«Mujeres que mueven y conmueven» Capítulo 2: Ani Choying Drolma

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«Mujeres que mueven y conmueven» Capítulo 2: Ani Choying Drolma

Bienvenid@s al segundo capítulo de la serie “Mujeres que mueven y conmueven”, que en esta ocasión tiene como protagonista a Any Choying Drolma. Mujer

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Bienvenid@s al segundo capítulo de la serie “Mujeres que mueven y conmueven”, que en esta ocasión tiene como protagonista a Any Choying Drolma. Mujer extraordinaria, monja a contracorriente y cantante espectacular (una peculiar mezcla con un resultado explosivo), Ani Choying ha sido reconocida por sus numerosas actividades humanitarias que incluyen la defensa y la promoción de los derechos de las mujeres y las niñas en Nepal, el cuidado de l@s ancian@s y los servicios médicos para l@s desfavorecid@s.

De ella me inspira su fuerza –no en vano su espíritu indómito y luchador le ha permitido romper muchas barreras sociales, culturales y patriarcales–, me conmueve su inmensa compasión –materializada en sus fundaciones y su prolífico trabajo filantrópico que le ha valido comparaciones con la madre Teresa de Calcuta–, y me emociona su voz, considerada por much@s como “un rayo de luz que atraviesa la oscuridad y está llena de compasión y pureza”.

Como ella misma dijo en una ocasión, Sé lo suficientemente valiente como para demostrar bondad y compasión. Y ella fue muy valiente. Una de las mujeres más valientes que conozco (de hecho, fue la primera mujer en conducir en Nepal, con lo que eso supone).

Vamos con su historia, que ya os adelanto que es apasionante.

Una infancia marcada por el maltrato y la pobreza

Ani nació en 1971 en un barrio de refugiados asolado por la pobreza de Katmandú que ella describe como un mini-Tíbet en el exilio. Desde los cinco años, recuerda, la vida era una lucha: «Mi padre me golpeaba casi a diario. A veces, usaba los puños; otras un látigo o una olla«. También aseguró en una ocasión que para ella era peor ver como su madre sufría abusos sin que ella pudiese hacer nada, que su propio sufrimiento. En su autobiografía La canción de la libertad” publicada en el año 2009, afirma que todavía lleva las cicatrices, tanto mentales como físicas, de ese capítulo de su vida. “Mi espalda siempre estaba cubierta de moratones”, escribía entonces.

Cuando tenía 10 años, Ani preguntó a su madre si había forma de escapar de ese horror. “Tenía la impresión de que casarse era lo peor que podía hacer en la vida. Si lo hacía, ese hombre me trataría de la misma manera. La violencia doméstica es un gran problema en nuestra sociedad”, manifestó años más tarde en una entrevista. Así que a los 13 años decidió buscar refugio en el único lugar que podía evitar esa vida de sufrimiento e ingresó como monja en Nying Shedrub Ling, un monasterio budista tibetano en las afueras de Katmandú. 

Hay que tener en cuenta que en la cultura de Ani Choying, la humildad es considerada una cualidad fundamental. Pero este concepto de humildad a menudo se traduce en bajas expectativas y la aceptación incuestionable del dominio masculino. Como veremos a lo largo de este artículo, la vida y actividades de Ani siempre se han caracterizado por mostrar una fuerte oposición frente a este desequilibrio de poder que experimentó primero como niña sujeta a palizas diarias por parte de su padre, y luego como monja ya adolescente, en un país que tradicionalmente ha dado prioridad a la formación y consideración de los monjes como principales representantes del budismo, en detrimento de las monjas.

El inicio de un viaje al perdón, la compasión inspirada por su maestro y su triunfo en la música

Para Ani Choying, el monasterio era un «paraíso«. «Todo el ambiente allí era hermoso. Me devolvieron mi infancia«. Imaginad lo que esto supone en Nepal, donde el 37% de las niñas se casan antes de los 18 años, según Human Rights Watch.

Su maestro, Tulku Urgyen Rinpoche, fue clave en su profundo viaje de transformación desde el rencor más profundo a un amor y una compasión que inspirarían y ayudarían a miles de personas y serían el motor de su vida desde ese momento. En el monasterio aprendió a cantar mantras y escrituras budistas y pronto se distinguió y atrajo la admiración de todo su entorno por su preciosa voz celestial, a la que muchos atribuyen un poder “sanador”. 

En 1993, su vida dio un giro inesperado cuando el guitarrista estadounidense Steve Tibbetts, que visitaba el monasterio para realizar un retiro, la «descubrió» cantando. «Hay una cualidad en su canto que llega al corazón del ser humano«, llegó a decir, impresionado por su voz. Y de ahí, nuestra monja fue directa al estrellato: una gira por 22 ciudades en EEUU y la publicación de su primer álbum, llamado Cho, que se convirtió rápidamente en un éxito de ventas en todo el mundo, al que luego seguirían 10 álbumes más que le han permitido financiar todos sus proyectos.

Una vida filantrópica y humanitaria al servicio de l@s dem@s.

Los recursos de su primera gira le dieron a Ani la oportunidad de realizar sus sueños: crear una escuela para niñas en situación de vulnerabilidad. De vuelta en Nepal, compró un ordenador, instaló una conexión a Internet en el monasterio, abrió una cuenta bancaria e inició su proyecto. En 1998, creó la Fundación para el Bienestar de las Monjas de Nepal (NWF), para promover la educación y el bienestar de las monjas budistas y las mujeres en general y crear conciencia sobre la desigualdad de género en la sociedad. 

Dos años más tarde, inauguró en Katmandú la Escuela Arya Tara (ATS). A diferencia del monasterio donde creció Ani Choying, además de las enseñanzas religiosas, las niñas reciben aquí clases de inglés, nepalí, matemáticas, ciencias, informática, estudios sociales y medio ambiente, población y salud, materias que las preparan para sus carreras, así como se las anima a adquirir ciertas habilidades para contribuir al bienestar social de l@s más necesitad@s. De hecho, muchas alumnas han terminado accediendo a estudios superiores gracias a esta preparación. «Algunas monjas luego dejan de serlo«, explica Ani. «A los monjes se les da una educación, pero no a las monjas, de ellas se espera que recen únicamente. En este sentido, una educación secular las ayuda a sobrevivir en una vida moderna. La mayoría de las niñas de mi escuela son de áreas rurales donde se espera que las mujeres solo cocinen, limpien y tengan hijos. Muchas no saben ni escribir su propio nombre”. 

En 2006, la escuela se trasladó a Pharphing, donde Ani pudo comprobar in situ, al ver a una mujer embarazada cargando agua por una enorme pendiente, las dificultades que tenía la población local para acceder al agua potable. Movida por su vocación de ayuda, facilitó los fondos y gestionó la construcción de una instalación de agua potable con un depósito de capacidad de 150.000 litros y distribuyó grifos privados a más de 250 casas.

Un año más tarde, estableció la primera escuela de pintura “Thangka” para monjas en Nepal, con el fin de promover la igualdad de oportunidades de aprendizaje artístico para ambos géneros en los monasterios.

La actividad de Ani se volvió más intensa los años posteriores y en 2013 creó su Fundación de preescolar Aarya Tara (ATPS), con el fin de brindar asistencia a aquellas madres solteras que tenían problemas para conciliar el cuidado de sus hij@s con su trabajo. Esta Fundación está actualmente gestionada por monjas que han finalizado sus estudios en la Escuela Arya Tara, y tiene como objetivo principal proporcionar un entorno estimulante que ayude a l@s niñ@s a aprender a través del juego, a desarrollar la autonomía y la autoestima y a cuidar el medio ambiente, basándose para ello en el método Montessori.

En 2015 ocurrió un suceso que sobrecogió al mundo entero: Nepal fue asolado por un terremoto que se llevó por delante la vida de 9.000 personas y provocó una crisis humanitaria que afectó a 9,5 millones. Yo estuve allí 3 meses después y os puedo asegurar que las imágenes que vi todavía hacen que se me estremezca el corazón de dolor

Como podéis imaginar, Ani Choying y su maravilloso equipo no pudieron permanecer impasibles ante tal debacle, y enseguida se pusieron en marcha para movilizar camiones con los que pudieron llevar alimentos, medicinas, láminas de metal, carpas y ropa de abrigo a miles de personas que vivían en las aldeas más remotas. También gestionaron la reedificación de varias escuelas y la construcción de guarderías temporales, focalizándose especialmente en dar cobijo y cariño a bebés, niñ@s víctimas del terremoto, mujeres embarazadas y mujeres que acaban de dar a luz.

Poco tiempo después de la catástrofe, Ani fundó el programa de becas Stars of Hope (SOH), que se diseñó especialmente para llegar tanto a l@s niñ@s que perdieron a sus padres durante el terremoto, como a aquell@s que nunca tuvieron la oportunidad de asistir a la escuela debido a su pobreza extrema.  

Nuestra protagonista también es la responsable de la creación de la Shree Tara Band –la primera banda femenina nepalí que surge con el fin de alentar a las jóvenes músicas del país a revelar su talento y vivir su sueño–, de la creación del 1er Seminario de Desarrollo Sostenible y Emprendimiento de Mujeres en Nepal, y de la Fundación Aarogya, un centro de diálisis renal gratuito con presencia en 4 ciudades de Nepal y capacidad para asistir a 100 personas al día, que nació del deseo de Ani Choying de tratar la enfermedad renal y evitar así la muerte prematura que se llevó a su madre en el año 2006 por falta de asistencia médica. 

Con toda esta actividad filantrópica, no es de extrañar que nuestra querida monja sea apreciada y venerada por miles de personas en su país. De hecho, su prolífico trabajo ha hecho que en 2014 fuera nombrada primera embajadora nacional de UNICEF en Nepal. En un país donde más del 33,9% de l@s niñ@s de las zonas rurales y casi el 9,1% de los asentamientos urbanos realizan algún tipo de trabajo, su designación tiene como objetivo proteger a l@s jóvenes nepalíes de la violencia y los abusos.

En 2017, su labor también fue reconocida con el “Premio a la Libertad”, galardón otorgado por el Atlantic Council, en reconocimiento a su promoción de la libertad en Nepal.

Consciente de la impermanencia del éxito en la vida, Any Choying dijo en una ocasión: “Soy famosa hoy, pero mañana la gente no me conocerá. La fama se desvanece. Yo no creo que en su caso esto se haga realidad. Por supuesto, ella pasará al más allá en algún momento, como lo haremos tod@s, pero su legado, su contribución al bienestar de las mujeres y la sociedad nepalí en general, así como su inmensa compasión, serán algo que no podrá ser olvidado durante muchas generaciones. Y solo me queda recomendaros que, si queréis contribuir a que su actividad humanitaria florezca aún más y deseáis disfrutar de una voz celestial, acudáis a verla cantar en el concierto benéfico “Mantras del corazón” que tendrá lugar en el Auditorio UGT de Madrid y organizado por el Centro de Retiros budista Arya Tara, el próximo 3 de diciembre. Puedes adquirir las entradas aquí

Artículo escrito por Vanessa Palomar Martínez para El Bien Social. Puedes también leer sus otras historias de «Mujeres que mueven y conmueven»

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