MUJERES QUE MUEVEN Y CONMUEVEN CAPÍTULO 5: HARRIET TUBMAN

HomeActivismo

MUJERES QUE MUEVEN Y CONMUEVEN CAPÍTULO 5: HARRIET TUBMAN

Hoy emprendemos un emocionante viaje hacia un destino llamado libertad. Un viaje que nos va a llevar a conocer, descifrar y admirar la vida de la que

Veritas presenta “Cuina d’Aprofitament”, la iniciativa en contra del derroche alimentario
Nace la iniciativa #SeamosLuz para la Cañada Real por parte de Light Humanity
Gran éxito del Clean Up de Oli&Carol con motivo del Día de la Tierra
Ya está disponible el documental ‘Alimentando al mundo’ sobre el chef español José Andrés y su ONG World Central Kitchen

Hoy emprendemos un emocionante viaje hacia un destino llamado libertad. Un viaje que nos va a llevar a conocer, descifrar y admirar la vida de la que es considerada una de las figuras históricas más reconocidas en Estados Unidos: Harriet Tubman. Una mujer tan inspiradora, intrépida y luchadora, que no solo logró escapar del yugo de la esclavitud, sino que, en un acto de asombrosa valentía y generosidad, regresó una y otra vez al corazón del mismo infierno, arriesgando su vida para liberar a más de 300 esclavos, mostrando de esta forma al mundo que el verdadero poder no radica en dominar a las personas, sino en empoderarlas.

UNA INFANCIA MARCADA POR LA BRUTALIDAD 

Nuestra heroína de hoy, cuyo nombre al nacer fue Araminta «Minty» Ross, nació en Maryland alrededor del año 1820, en un mundo regido por una espeluznante doctrina legal: el “Partus sequitur ventrem («Lo que nace sigue al vientre«) aprobada en Virginia en 1662, que ordenaba que los niños y las niñas heredaran el estatus legal de sus madres. Según esta máxima, la vida de Minty debería haber estado encadenada a un doloroso futuro sin esperanza ni dignidad. Pero hay personas que nacen para cambiar el mundo. Y Harriet Tubman es, decididamente, una de ellas. Porque, como ella misma dijo en una ocasión: «Siempre habrá quienes te digan que no puedes lograr algo. Tu tarea en la vida es demostrarles que están equivocados». Y vaya si lo hizo, como veremos a lo largo de nuestro viaje.

Harriet creció sufriendo numerosos abusos y castigos bajo la opresión del yugo del capataz Edward Brodess, un amo despiadado que controlaba cada aspecto de su vida. Cuando tenía 6 años, una edad en las que cualquiera de nuestras niñas aprende lo que es el amor y la felicidad, «Miss Susan», una mujer sin escrúpulos, la empleó como niñera. Minty tenía la responsabilidad de cuidar a un bebé mientras dormía, y si el niño se despertaba llorando, era castigada con latigazos. Poco antes de morir, nuestra protagonista relató que en una ocasión fue azotada hasta cinco veces antes del desayuno y que, aunque solía vestirse con varias capas de ropa para protegerse de los latigazos, las cicatrices de esos castigos la dejaron marcada de por vida.

A los 12 años, un supervisor, en un arranque de violencia, le arrojó en un telar un peso de metal que iba dirigido a otro esclavo. Esta lesión no solo dejó una secuela que recrudeció su existencia, sino que también abrió la puerta a un mundo de visiones que interpretó como símbolos divinos, y que sembraron en ella una conexión espiritual que la guiaría en los momentos más oscuros de su vida.

CADA GRAN SUEÑO COMIENZA CON UNA SOÑADORA

A la edad de 24 años, Minty se casó con John Tubman, un hombre libre, y adoptó el nombre de Harriet en honor a su madre. Sin embargo, ni siquiera el vínculo del matrimonio logró resguardarla del constante riesgo de ser separada de su familia. Cinco años más tarde, Brodess murió de forma repentina, lo que empeoró la situación de Harriet, pues la viuda del capataz empezó a gestionar su venta y la de sus hermanos Ben y Henry como esclavos

Y es en este punto cuando el río de la vida de Harriet encuentra su cauce, y nuestra protagonista decide romper sus cadenas y anteponer su dignidad a su propia vida, preparándose para escapar del horror, a pesar de los esfuerzos que hizo su marido para disuadirla.​ «Podía hacer dos cosas», explicaría, «libertad o muerte; si no podía tener una, tendría la otra».

Minty inició su primera fuga junto a sus hermanos. Aunque no tuvo éxito en ese intento, su espíritu indomable ya había trascendido las limitaciones físicas, empezando a vislumbrar el camino hacia la libertad. Hay una cita suya que para mí es la más inspiradora y de la que no se conoce la fecha exacta, pero me gusta pensar que fue en ese momento de regreso al dolor cuando decidió regalársela a sí misma: «Cada gran sueño comienza con una soñadora. Recuerda que siempre tienes dentro de ti la fuerza, la paciencia y la pasión para alcanzar las estrellas y cambiar el mundo».

Poco después de su primer intento de fuga, Harriet decidió probar de nuevo, pero esta vez en solitario y utilizando el Ferrocarril Subterráneo, una red clandestina de rutas y refugios secretos establecida en los Estados Unidos entre principios y mediados del siglo XIX. Este peligroso viaje, que, realizado a pie, podía durar entre cinco días y tres semanas, obligó a Minty a viajar de noche, guiada por la Estrella Polar, para evitar a los cazadores de esclavos, hasta su llegada a Pensilvania.

Nada más pisar territorio seguro, nuestra heroína experimentó sentimientos encontrados, tal y como ella misma manifestaría en una ocasión: «Había cruzado la línea. Me miré las manos para asegurarme de que era la misma persona. Sentía que me había liberado, pero no había nadie para darme la bienvenida a la tierra de la libertad. Yo era una extraña en una tierra extraña. Mis padres y hermanos estaban en Maryland. Pero yo era libre y quería que ellos también lo fueran».

COMIENZA LA LEYENDA DE “MOISÉS”

El ansía por liberar a su familia llevó a Harriet a ahorrar dinero. Sin embargo, los tiempos se volvieron aún más difíciles cuando el Congreso aprobó la «Ley de Esclavos Fugitivos«, que aumentaba el riesgo de captura incluso en los estados libres, forzando a muchos esclavos a huir a Canadá.

En diciembre de 1850, Minty se enteró de que su sobrina Kessiah y sus hijos iban a ser vendidos. Con el corazón destrozado, y en un acto de generosidad extrema, tomó la valiente decisión de regresar al lugar donde había sido esclavizada, y junto a su cuñado y el esposo de Kessiah, planificaron la huida de su sobrina y sus hijos en una canoa, aprovechando la oscuridad de la noche. De esta forma, lograron recorrer sesenta millas hasta alcanzar la libertad.

En los años siguientes, Harriet regresó una y otra vez a Maryland para rescatar a más familiares y esclavos, trabajando con abolicionistas como Thomas Garrett y Frederick Douglass, ganándose así el apodo de «Moisés», en alusión al profeta que guio a los hebreos hacia la libertad. A pesar del dolor personal, como el rechazo de su esposo John, quien había rehecho su vida con otra mujer, Harriet continuó su misión, compartiendo valiosa información con otras personas en situación de esclavitud para ayudarlos en su lucha por la libertad. Con un revólver en mano y su fe como guía, logró llevar a multitud de esclavos y esclavas hacia la liberación.

Y aquí voy a hacer un alto en el camino, para recordarnos lo importante que reconocer que la dignidad empieza en nosotras mismas, en ser conscientes de que nos merecemos el mejor tratamiento que podamos recibir, tal y como nos recuerda Minty en esta frase: «Yo he liberado a miles de personas esclavizadas y habría liberado a miles más, si tan solo hubieran sido conscientes de su propia esclavitud».

DE ESCLAVA A HEROÍNA DEL ABOLICIONISMO EN TIEMPOS DE GUERRA

Aunque Minty no sabía leer ni escribir y nunca tuvo una educación formal, sus dolorosas experiencias como esclava se convirtieron en su mayor fuente de fortaleza. A lo largo de su vida, formó estrechas relaciones con importantes abolicionistas e intelectuales, tanto blancos como negros, y usó estos vínculos para obtener apoyo financiero en favor del movimiento antiesclavista.

Cuando estalló la Guerra Civil en 1861, Harriet vio en la victoria de la Unión no solo una batalla ganada, sino una oportunidad crucial para erradicar la esclavitud de forma definitiva. Con una convicción inquebrantable, se unió al ejército, poniendo su vida en riesgo como rastreadora y espía, impulsada por la visión de un futuro libre y justo.

Dos años más tarde, dirigió una expedición armada en territorio confederado, guiando a tres barcos de vapor a través de aguas llenas de minas durante el asalto a Combahee River, liberando a más de setecientos esclavos y convirtiéndose en la primera mujer en dirigir un asalto armado.

A pesar de sus años de valiente servicio, Minty nunca recibió un salario regular, lo que la mantuvo en una situación de pobreza constante. Durante un viaje en tren tras la Guerra, fue insultada y maltratada físicamente, un acto que reflejó lo poco que las actitudes hacia la gente de color habían cambiado, a pesar de todo lo que había logrado.

UN ICONO DEL ACTIVISMO Y DEL FEMINISMO HASTA EL FINAL DE SUS DÍAS 

En sus últimos años, nuestra heroína continuó su actitud reivindicativa, luchando por el sufragio femenino y defendiendo los derechos de las personas afroamericanas libres. Comenzó a asistir a eventos para dar discursos en los que relataba sus sacrificios durante la Guerra Civil, como prueba de la igualdad entre hombres y mujeres. 

Su lucha despertó una renovada admiración hacia su persona, pero en 1897, cuando un periódico sufragista la homenajeó en Boston, Minty, una vez más en bancarrota, se dio cuenta de la soledad que muchas veces acompaña al espíritu activista en su lucha por generar un cambio real, cuando tuvo que vender una vaca para pagar su billete de tren para asistir al evento.

Al llegar el nuevo siglo, Harriet encontró en la Iglesia Episcopal Metodista Africana Sion de Auburn una nueva causa. En 1903, con su espíritu generoso intacto, donó una de sus propiedades con la condición de que se construyera una residencia para personas mayores y desfavorecidas de color, asegurando así un legado de cuidado y compasión.

Aunque los años avanzaban y la herida que sufrió en su juventud seguía causándole problemas, su fortaleza nunca flaqueó. En 1911, su salud se deterioró y fue ingresada en la residencia construida en su honor. A pesar de sus dificultades económicas, una oleada de solidaridad surgió tras la publicación de un artículo sobre su situación. Rodeada de amigos y familiares, Harriet falleció a los noventa años, el 10 de marzo de 1913. Fue despedida con honores militares en el cementerio de Fort Hill, dejando tras de sí una vida dedicada a la lucha por la libertad y el amor hacia los más vulnerables.

UN LEGADO DE VALOR QUE NOS INSPIRA A CONTINUAR LA LUCHA POR LA IGUALDAD

Harriet Tubman dejó una huella indeleble en la historia de Estados Unidos y su legado continúa inspirando a generaciones de afroamericanos en su lucha por la igualdad y los derechos civiles, aunque en nuestro país no sea una figura muy conocida.

Una encuesta realizada a finales del siglo XX la situaba en tercer lugar como una de las personas más famosas de la historia estadounidense. Cada 10 de marzo se celebra el «Día de Harriet Tubman» en su honor, y, desde su fallecimiento, numerosas niñas han sido llamadas Harriet como tributo a su memoria 

A pesar de los homenajes y el reconocimiento que Harriet ha recibido, su vida y legado nos recuerdan que la lucha por la libertad y la igualdad está lejos de terminar y que debemos también reflexionar sobre los desafíos actuales. La esclavitud moderna sigue siendo una realidad inquietante, con 50 millones de personas en todo el mundo atrapadas en condiciones de explotación y abuso. En honor a la memoria de Minty, debemos comprometernos a luchar por erradicar la esclavitud en todas sus formas y a trabajar incansablemente por un futuro en el que la libertad y la dignidad sean verdaderos derechos para todos y todas.

COMENTARIOS

WORDPRESS: 0
DISQUS: 1
El Bien Social