¿Qué son los bancos del tiempo? Entrevista con Julio Gisbert

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¿Qué son los bancos del tiempo? Entrevista con Julio Gisbert

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Hoy os traemos una nueva forma de entender y hacer economía, pero que lleva mucho entre nosotros. Se trata de los Bancos del Tiempo. Y para ello, hemos entrevistado a un experto en la materia como es Julio Gisbert, máster en gestión y dirección bancaria, ha trabajado en el ámbito de la banca y las finanzas desde el año 1990 hasta el año 2019. Actualmente se dedica a la promoción y fomento de redes comunitarias de intercambio con moneda local y a redes de bancos de tiempo.

Su labor en este ámbito comenzó en el año 2003 con la creación y gestión de diferentes bancos de tiempo, experiencias de monedas sociales y redes de intercambio en España y Latinoamérica, escribiendo artículos, participando en conferencias como ponente y promoviendo diferentes encuentros locales, nacionales e internacionales sobre esta materia.

Es autor del libro “VIVIR SIN EMPLEO: REDES DE TRUEQUE, BANCOS DE TIEMPO, MONEDAS SOCIALES Y OTRAS ALTERNATIVAS” (2009) y creador del blog del mismo nombre.

Actualmente es presidente y miembro fundador de la Asociación Iberoamericana de Bancos del Tiempo y dirige el Laboratorio de innovación en Bancos de Tiempo TIMELAB con sede en Medialab Prado Madrid.

Empecemos por lo primero. ¿Qué son los bancos de tiempo?

Los bancos de tiempo son una herramienta utilizada por un colectivo de personas que intercambian entre sí servicios, favores y conocimientos – lo que en términos legales se denominan trabajos amistosos, benévolos y de buena vecindad – pagándose entre ellos con el tiempo que tardan en dar o recibir ese servicio, conocimiento o favor, sin que intermedie el dinero y de manera multirrecíproca.

No tengo necesariamente que intercambiar con aquella persona que me facilita un intercambio sino con cualquier otra persona del banco indistintamente, teniendo acceso a multitud de servicios, habilidades y conocimientos que tengo a mi disposición y que no son otros que las aptitudes de cada uno de sus usuari@s aportadas al banco de tiempo, recursos a los que puedo acceder via web o app desde mi móvil, consultar y entablar contacto con el ofertante o solicitante de este u otro, realizarlo y después efectuar el pago o el correspondiente cobro, igual que un banco pero sin dinero, con tiempo.

El objetivo es, además del hecho de crear una red de ayuda y de cuidados entre l@s usuari@s del Banco deTiempo, poder resolver problemas concretos de nuestra vida cotidiana que parece pueden limitarse por el hecho de no tener dinero para poder acceder a ellos o simplemente por desconocer que es el recurso mas abundante y valioso que tenemos, nuestros vecinos y vecinas en nuestras ciudades, donde apenas nos conocemos o vivimos aislados o solos.

¿Qué te motivó a empezar y dedicar tu vida a estas entidades?

Para mí fue la sorpresa de ver que la pobreza no tiene por qué ser una imposición, sino que puede ser tan solo una opción si nos organizamos y distribuimos equitativamente todos esos recursos inmateriales que tenemos las personas: el conocimiento, la cultura, nuestras habilidades, los cuidados… sin necesidad de que haya dinero o no, que parece se ha convertido en la única herramienta posible para mover el mundo.

Pero sobre todo permite que la gente se conozca y se cree una red social de vecinos y vecinas que no se conocían anteriormente, que además empiezan a preocuparse por problemas comunes del barrio y su entorno, eso me fascina todavía más y creo que es lo mas potente de un banco de tiempo, el verlo como una herramienta de transformación social ciudadana.

¿Son populares los bancos del tiempo? ¿Qué ejemplos podemos encontrar en España?

En España llevamos ya mas de 20 años de bancos de tiempo a partir del primero que se creó en el barrio barcelonés del Guinardó en el año 1998. Ahora mismo habrá unos 100 bancos de tiempo operativos en nuestro país, tanto bancos de tiempo comunitarios creados desde la misma sociedad, hasta bancos de tiempo municipales con una larga tradición, algunos de ellos de más de 15 años de funcionamiento.

Ahora se están expandiendo por toda Latinoamérica a partir de un formato más inclusivo que el modelo tradicional, más preocupado por crear redes vecinales de ayuda mutua que por el hecho ahora de la emergencia social y económica derivada de la pandemia.

¿Cuál consideras que es el papel de los bancos del tiempo en nuestra sociedad? ¿Y más ahora, con la crisis del Covid-19?

El papel de los bancos de tiempo, desde mi punto de vista, es crear una tercera fuerza social que complemente lo público y lo privado y que pueda en ausencia y complemento de estos poder permitir vivir a las personas con unos mínimos de dignidad a partir de su propio trabajo en comunidad. No creemos en las formulas asistencialistas sino con nuestro modelo de reciprocidad y colaboración mutuas; no podemos permitirnos en ninguna parte del mundo que en ausencia o quiebra de la economía o en ausencia del Estado nos quedemos los ciudadanos de a pie en una situación de indefensión y resiliencia mínimas.

No podemos permitirlo ni en nuestras ciudades ricas con problemas graves como la soledad y el aislamiento, ni tampoco en los barrios pobres de cualquier ciudad del mundo donde la calidad de vida es ínfima y los recursos básicos inexistentes o precarios. Somos un movimiento mundial con su propia divisa igualitaria y nuestro compromiso es por todos los que nos consideramos vecinas y vecinos de estas grandes ciudades.

Y con el Covid-19 han surgido nuevos retos: las personas hemos querido ayudar pero no sabíamos muy bien cómo, ya que nadie nos forma para ayudar de manera eficaz y efectiva, y requerimos esa formación; por otra parte las familias en nuestros países occidentales son cada vez más pequeñas y no nos sirven ya en ocasiones como unidades de cuidados básicas, necesitamos otras estructuras más inclusivas que hemos denominado nosotros COMUNIDADES DE CUIDADOS, un modelo de integración social básico que utiliza también su propia divisa de tiempo, en este caso no como personas sino como grupos de vecinos que se ayudan entre si creando fuertes redes de solidaridad locales e integrando en su seno a personas de colectivos vulnerables como
un miembro más de estas nuevas comunidades.

¿Hacia dónde se dirigen los bancos del tiempo?

Nos hemos dado cuenta que el modelo tradicional de banco de tiempo no nos sirve si queremos atender realmente a todos estos vecinos y vecinas del mundo que quieren crear una sociedad más justa, y es por eso por lo que ofrecemos nuestra moneda igualitaria tiempo y una red de ayuda mutua y de confianza que nos empodere en momentos difíciles como los actuales.

Ahora nuestro gran reto es Latinoamérica, países con una alto porcentaje de la población trabajando en la economía informal, en ocasiones sin los derechos más básicos garantizados, y que son los que más están sufriendo con la pandemia actualmente, algo que además requiere de nuevas formas de hacer las cosas, de cuidarse entre sí, por encima de políticas y economías, porque esto es un movimiento profundamente social.

¿Qué es para ti el bien social?

El bien social para mí alude a aspectos básicos más allá de la economía, en este caso a cuestiones como la equidad y la prosperidad de los ciudadanos a partir de un concepto para mí elemental que es la infinitud de recursos y la riqueza del espíritu, la mente y la creatividad humanas. Pero siempre desde una finitud real del planeta que convierte en ese bien social en sostenible, pues hay ahora otra gran emergencia social y humana que es el cuidado del planeta, del que se requieren decisiones audaces que nos competen a todas y a todos, más allá de bancos de tiempo y de otras herramientas.

No puedo perseguir el bien social sin modificar paralelamente a nuestros bancos de tiempo todas las pautas de consumo que tenemos porque realmente nos estamos comiendo al planeta, nosotros e incluso la comida que nos comemos, en alusión al daño que por ejemplo provoca la ganadería intensiva a bosques y por su aportación real y tan dañina de CO2 a la atmosfera, es insostenible y suicida seguir en esta dirección sin simplemente tomar decisiones personales y comunitarias sobre todo en cambios en los hábitos de consumo, que es donde más podemos influir.

En este sentido apostaría por bancos de tiempo preocupados por estas nuevas pautas de producción y consumo sostenibles de manera no sólo activa sino incluso activista y militante, pero eso ya es una propuesta muy personal…

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El Bien Social